Como el viento que silba una ilusión, como contagia un bostezo entre los dos, como estrellas que yo nunca habré mirado, como el árbol que nunca hizo ruido porque nadie nunca escuchó, así se escucha mi voz. Arranco pensando el que dirán, si el futuro me espera para mal, si mañana mis palabras serán tuyas. Y voy a preguntarle a Dios si es que él me olvidó o nunca se acordó. Vengo arrastrando ésta pena que ruge y agita lamentos de un corazón roto, que a veces, que a veces tiene razón.